El aparato ambientalista-indigenista internacional, ya de por sí en pie de guerra contra la elección de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, se salió de sus casillas luego de que este interviniera para que el gobierno brasileño desistiese de ser la sede de la conferencia climática de Naciones Unidas (COP-25) en 2019. En una entrevista colectiva realizada el 28 de Noviembre, Bolsonaro argumentó que en la decisión había pesado no sólo el alto costo de la reunión, más de 400 millones de reales, sino también el conocimiento del proyecto del Corredor Triple A, que se considera una amenaza para la soberanía brasileña sobre la cuenca del Amazonas. Así afirmó en la entrevista:
“Está en juego el Triple A en ese acuerdo. ¿Qué es el Triple A? Es una gran franja que une los Andes, la cuenca del Amazonas y el Atlántico, 136 millones de hectáreas, allí, entonces, a lo largo de los ríos Salimoes y Amazonas, lo que podría hacer que perdamos nuestra soberanía en esa zona (G1, 28/11/2018).
Una creación del antropólogo colombiano-estadounidense Martín von Hildebrand, fundador de la organización no gubernamental Gaia Amazonas, el Corredor Triple A (o AAA) sería una red que conectaría unidades de conservación y tierras indígenas de los Andes al Atlántico, pasando por la cuenca del Amazonas. El proyecto fue adoptado oficialmente por el ex presidente colombiano Juan Manuel Santos en 2015, quien pretendía convencer a Venezuela y a Brasil de que se unieran a la iniciativa para presentarla conjuntamente como un trofeo en la conferencia COP-21 de París en diciembre de aquel año.
La propuesta, denunciada por el boletín semanal Alerta Científico e Ambiental, en su número correspondiente al 30 de abril de 2015, terminó por no tener una cogida significativa en Brasil, en especial, a causa de la oposición de las Fuerzas Armadas, manifestada en varias ocasiones por el actual comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Bôas. Por ejemplo en una audiencia pública ante la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado, en julio pasado, alertó de que la cuenca del Amazonas tenía un “déficit de soberanía.”
APUNTAN BATERÍAS EN CONTRA DE BOLSONARO
Luego de las declaraciones de Bolsonaro, el aparato internacional apuntó sus baterías contra el presidente electo. En una entrevista con el Observatorio del Clima, el propio von Hildebrand se burló de las denuncias, al afirmar que Bolsonaro está desinformado y que la propuesta del corredor nada tenía que ver con las negociaciones climáticas de Naciones Unidas:
Pregunta: Cuando Bolsonaro confesó que rechazó la COP25 en Brasil, dijo que lo hizo precisamente a causa del Triple A.
Respuesta: Es evidente que nada tiene que ver con eso. Y tampoco tiene nada que ver con afectar la soberanía. Porque se está invitando a cada país a partir de la política de cada uno de ellos y de sus leyes. Igual que se coopera en materia de seguridad, comercio y en otros campos.
Pregunta: Si pudiese decir algo sobre ese asunto al señor Bolsonaro, ¿qué le diría?
Respuesta: Señor presidente, por favor, piense en el futuro de su país. Si no cuidamos de la selva, nos quedaremos sin agua. No sería nada especial, es algo tan simple, todo mundo dice lo mismo. Si alguien te dice que eso tiene que ver con la COP y que es un complot, no crea, porque no tiene nada que ver. Pero si lo está usando de pretexto para salir de Acuerdo de París, no tiene caso decirle nada, porque no va a creer. Si está mal informado, diría eso, pero si no, no tiene caso, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Si parte del principio de que el cambio climático es falso, que los árboles no tienen nada que ver con la lluvia, que todo los que dicen los científicos es mentira, que es una conspiración para perjudicar los mercados, entonces es muy complicado. No sabemos si es un problema psicológico o de ignorancia. Porque es igual a Trump. Son casos graves- Si perdiésemos la cuenca del Amazonas perderemos una lucha contra el cambio climático. Por otro lado, ellos también podrían decir que, si la cuenca del Amazonas es un órgano vital del sistema, si somos tan importantes, entonces compénsenos económica y tecnológicamente y la mantendremos. Este es otro discurso que me parece válido. Pero, si la agroindustria está impulsando eso (el rechazo del Acuerdo de París), va a haber problemas porque nadie va a querer comprar productos que vengan de la desforestación.
En otra parte de la entrevista atribuye el fracaso de la iniciativa, irónicamente, a una intervención no intencional de la organización no gubernamental virtual Avaaz y, principalmente, a las denuncias del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA), que publica el Alerta Científico e Ambiental, y a la reacción de los militares brasileños:
“(…) Hace tres años y medio, el presidente Santos se interesó en la idea y la presentó a sus ministros. Yo estuve presente, estuve todo el tiempo apoyando al equipo del gobierno y estuve en las reuniones con los cancilleres. Cuando el presidente presentó la idea, le dije a la canciller colombiana: vaya y hable con el canciller de Brasil e invítelo para que vea si está dispuesto a considerar esa idea. Pero eso salió en los periódicos, y Avaaz, es la organización que hace peticiones, la presentó con una descripción poco precisa, de que conformaría una zona protegida, un corredor desde los Andes hasta el Atlántico. Y no era nada de eso, era tan sólo conectividad ecosistémica. Pero ellos lo interpretaron así y en una o dos recogieron un millón de firmas. Y eso salió en los periódicos.
“Cuando nuestra canciller fue a hablar con Itamaraty (Ministerio de Relaciones Exteriores de Brail), fue recibida con reticencia. Con toda razón. Y hubo una reacción de los militares, que escribieron en su revista que eso era un ataque a la soberanía. Hubo un artículo sobre eso (en el sitio del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana) que decía textualmente lo que Bolsonaro está diciendo ahora: eso atenta contra la soberanía nacional, son 136 millones de hectáreas, etc. Y ese artículo decía que esa propuesta del presidente colombiano venía de una idea de Martín von Hildelbrand, que está vinculado por medio de su fundación a Inglaterra y al príncipe Carlos. El príncipe Carlos e Inglaterra no están involucrados, ¡nada tienen que ver!”.
NO SE PUEDE ENGAÑAR POR MUCHO TIEMPO
La verdad es que Bolsonaro no estaba equivocado cuando mencionó una vinculación entre el corredor y las negociaciones internacionales sobre el clima. Al final de cuentas, la referencia fue hecha por el mismo presidente Santos cuando presentó la propuesta en febrero de 2015. En entrevista concedida al programa de la televisión oficial colombiana Agenda Colombia, afirmó:
“Vamos a proponer crear este corredor ecológico para preservarlo y como aporte de la humanidad en este debate sobre los cambios climáticos, de cómo frenar los cambios climáticos… Si parece una buena idea a los otros países, (el objetivo) es hacer este aporte para la humanidad en la reunión cumbre de cambios climáticos, la COP-21, a finales de este año, en París (AFP, 16/02/2018)”.
La vinculación también se hizo en la descripción del Corredor entonces existente en el sitio de la Fundación Gaia Amazonas, como lo señaló el Alerta en la nota publicada el 30 de Abril de 2015 (el link original ya no está disponible):
“Este corredor pretende hacer una contribución significativa para mitigar los efectos de los cambios climáticos, para la preservación de la diversidad biológica y cultural y la conexión de los ecosistemas andinos, amazónicos y atlánticos.”
“Martín, fundador de Gaia Amazonas, ha trabajado junto con el gobierno nacional desde la década de 1980 en el reconocimiento exitoso de 26 millones de hectáreas de la vertiente amazónica colombiana, que fueron protegidos bajo la figura (jurídica) de “resguardos” (territorios) indígenas. Es un plan viable, dado que 80 por ciento del corredor ya existe como un mosaico de zonas protegidas y de territorios indígenas. Del 20 por ciento restante, 10 por ciento está alrededor del Parque Natural Nacional Chiribiquete, en Colombia, y el otro 10 por ciento en la región de Roraima, en Brasil, y ambos pudieran ser protegidos por una figura (jurídica) especial de manejo flexible que armonice las necesidades socioeconómicas con la conservación de los ecosistemas.
“El objetivo para este año es la firma de un acuerdo entre Colombia, Brasil y Venezuela –en la COP-21, la Conferencia Climática de Naciones Unidas, en París de diciembre de este año- para crear el corredor ecológico y aprobar un plan de acción de cinco años para su consolidación.
“Más que un compromiso tripartita, es un ejemplo y una solución que los países sudamericanos están dando al mundo en la lucha contra los cambios climáticos.
EL PROYECTO SE AMPLÍA
Tales evidencias denotan que resulta difícil afirmar que el Corredor “no tiene nada que ver” con la política climática promovida por el aparato ambientalista-indigenista internacional. Más aún, lo peor es que desde su concepción inicial, el proyecto engordó en ambición y espectro. Anteriormente se restringía a Colombia, Venezuela y Brasil, la versión más reciente del corredor, como consta en el sitio de la FGA, pasó también a incorporar territorios amazónicos de Ecuador, Perú, Guyana, Surinam y de la Guyana Francesa,
Una extensión aproximada de 265 millones de hectáreas, de los cuales 80 por ciento (180 millones de hectáreas) conforman un continuo de conservación de diversidad biológica y salvaguarda de la diversidad cultural, abarcando un total de 222 Zonas Naturales Protegidas de uso directo e indirecto y 2 003 territorios indígenas, que conectan la cuenca del Amazonas con los ecosistemas de los Andes y del océano Atlántico (FGA, Boletín de Noticias, Corredor Andes Amazonas Atlántico).
EL COSTO DE LA DEPENDENCIA
Además, la propuesta, una de las más ambiciosas, cae como guante al plan más amplio del ambientalismo internacional, en el que la “protección” de las grandes zonas selváticas de los países en desarrollo, principalmente los amazónicos, es considerada como moneda de cambio de los falaces esquemas de reducción de emisiones de carbono adoptados por los principales países industrializados del hemisferio Norte, además de constituir obstáculos para obras de desarrollo, en especial de Infraestructura.
Con ellos, países como Alemania, Noruega, el Reino Unido y otros financian programas de “conservación” en Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y otros países, cuya política ambientalista depende de tales recursos externos “a fondo perdido.”
Esta dependencia fue evidenciada por el vergonzoso “regaño” sufrido por el presidente Michel Temer en su visita de Estado a Noriega en junio del 2017, en la que el gobierno del país nórdico anunció la reducción de 50 por ciento de los gastos del Fondo Amazonia, programa de financiamiento a fondo perdido de iniciativas ambientales relacionadas al Bioma Amazonia, debido al anunciado aumento del ritmo anual de la deforestación del bioma. Noriega es el principal financiador del Fondo, habiendo gastado el equivalente a 2 800 millones de reales entre 2008 y 2017.
En abril de este año, la primer ministro de Noruega, Erna Solberg, visitó Colombia para anunciar el apoyo de su país a la pacificación con la narcoguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y a los descabellados planes ambientales del presidente Santos, que incluían la “deforestación cero” en 2020 y la consolidación del Corredor Triple A.
Durante su visita, la mandataria noruega anunció la concesión de una línea de apoyo de 250 millones de dólares para el plan de “deforestación cero”, que se entregarían de ese año a 2025, en un esquema de pago por resultados. El acuerdo es semejante al adoptado con el Fondo Amazonia, que fue lo que provocó el regaño de Solberg al presidente Michel Temer durante la visita de este a Oslo en junio del año pasado, a causa del aumento del ritmo de deforestación en la cuenca amazónica brasileña (Alerta Científico e Ambiental, 22/05/2017).
Solberg explicó en esa ocasión los vínculos entre los planes ambientales de los países industrializados y de los poseedores de grandes zonas forestales:
“Colombia ha realizado grandes progresos. Noruega seguirá siendo un aliado cercano y a largo plazo, en la medida en que Colombia siga progresando. Hoy acordamos extender nuestra alianza por el clima y los bosques más allá de 2020. Esta será la primera alianza por el clima y los bosques en el marco del Acuerdo de París y confío en que esta alianza será un alto patrón para la colaboración interinstitucional en materia de clima.
“La declaración conjunta de hoy con Colombia envía un fuerte mensaje, el de que conservar los bosques tropicales es fundamental para alcanzar las metas mundiales en relación al clima. No es posible luchar contra los cambios climáticos si no tomamos todo en cuenta. Es por ello que decidimos crear un programa que nos permita trabajar con países aliados, entre ellos Colombia, y lo que queremos es pagar por los resultados para apoyar el desarrollo y la vida de las comunidades” (El Espectador, 10/04/2018).
El proyecto del Corredor Triple A también está influenciando la controvertida visión contra el progreso que orienta hasta ahora el plan del Sínodo Pan-Amazónico que se realizará en el Vaticano en octubre de 2019. En el Documento Preparatorio del sínodo se puede leer: “Partimos de un territorio específico, del cual se quiere hacer un puente para otros biomas esenciales de nuestro mundo: la Cuenca Fluvial del Congo, corredor biológico mesoamericano, selvas tropicales de Asia Pacífico y el Acuífero Guaraní, entre otros” (Alerta Científico e Ambiental, 06/09/2018).
La tónica de los documentos del Sínodo se percibe en el siguiente párrafo de la Carta del III Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonia Legal. En un documento de la reunión, realizada en Manaos (AM), Brasil, entre el 21 y el 23 de agosto, promovida por la Comisión Episcopal para la Amazonia de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), se anota:
“Las dificultades son inmensas. Todos los días nos llegan noticias desalentadoras que afectan la vida y la existencia de nuestros pueblos, como la continuación de las grandes obras: la construcción de hidroeléctricas, el avance de la agroindustria, la explotación de las compañías mineras y la incontrolable desforestación. En fin, amenazas constantes a la grande floresta, a nuestras aguas y a la sobrevivencia de los habitantes de la región, sobre todo los pueblos tradicionales y aquellos que sobreviven de la pesca de la recolección, de la agricultura familiar, y, como extensión, de los habitantes de las ciudades que, en estos últimos años, crecieron considerablemente en la región, con todas las secuelas de degradación de la condición humana, extendida de modo especial en la violencia que crece día a día en la proliferación del narcotráfico y del tráfico de personas, cegando la vida de una cantidad enorme de personas, en especial de los jóvenes”.
Tal familiaridad de los círculos eclesiásticos involucrados en la organización del Sínodo con el corredor de Hildebrand no es casual. En 2017, él viajó dos veces al Vaticano, donde expuso sus alucinados planes al cardenal Marcelo Sánches Sorondo, el controvertido canciller de la Academia Pontificia de Ciencias (El Espectador, 17/09/2018). Sorondo, de nacionalidad argentina, convirtió la sección de la entidad dedicada a los asuntos ambientales en un centro de difusión del alarmismo del cambio climático, llegando incluso a vetar invitaciones a los científicos contrarios al dogma “calientista”; desgraciadamente ha sido uno cerebros del documento preparatorio del Sínodo.